martes, 4 de mayo de 2010

EL ARTE DRAMÁTICO - en you tube -


LA ASTROLOGÍA: EL ARTE DE LAS ARTES
CAPÍTULO I

EL ARTE DRAMÁTICO

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El instinto de la representación es tan primordial para la naturaleza humana como cualquier otro instinto. Considere la tendencia natural de toda la gente de acentuar o intensificar la comunicación por medio de la palabra con gestos y expresiones faciales. Este énfasis natural es lo que está cultivado por el intenso entrenamiento en el arte dramático, del mismo modo que la belleza natural de la voz hablada se cultiva en el arte del canto.
Dramatizar significa intensificar - en cualquier forma o a través de cualquier medio. Por consiguiente, la dramatización es uno de los atributos arquetípicos de todas las artes - la expresión organizada de un “punto” especializado de reacción emocional, de pensamiento o de realización. Aún la ejecución de dos o tres octavas de una escala en el piano (por lo general no considerada particularmente hermosa) puede ser dramatizada por medio de la dinámica tonal en formas tales que su identidad mecánica como una “escala” es transformada en un “punto” de musicalidad expresiva. La habilidad técnica puede prestarse para producir trabajo artístico generalmente designado como mediocre. La mediocridad artística es esencialmente, arte producido sin inspiración.
La inspiración en cualquier forma - y hay muchas maneras de experimentarla - es la forma más altamente dramatizada de la experiencia humana; en ninguna otra forma experimentamos la reacción y la realización con mayor intensidad. Así como Marte y la Luna son una impregnación y receptividad de “octava más baja”, del-mismo modo el Sol y Neptuno son una impregnación y receptividad de “octava más alta”. El cáliz de Neptuno
recibe el torrente de poder solar en la “simiente del alma” (el pequeño círculo en el fondo del símbolo de Neptuno), el símbolo de la impregnación espiritual o psíquica, la cual, en cualquier forma, es inspiración; y la inspiración es siempre una indicación de la respuesta al poder del amor solar - el signo Leo del Gran Mándala -. El Piscis de Neptuno es la octava superior de la trinidad de agua iniciada por el signo cardinal de Cáncer el cual es el principio triuno de la respuesta vibratoria simpática. El Sol y Neptuno son (en combinación) la identidad planetaria del Padre-Madre Dios de la humanidad.
El arte dramático tuvo su comienzo en la ceremonia; la ceremonia a su vez, fue la forma del hombre de personalizar sus realizaciones espirituales por símbolos de acción. La ceremonia y el mito son dos maneras de decir la misma cosa: haciendo público por medio de la acción y el relato, aquello que representa los conceptos humanos de los principios de vida. La verdad del hombre es “la verdad de la Vida vista en un espejo”; el espejo es el estado evolutivo de la conciencia emocional del ser en desarrollo. El arte de la representación es el más personalizado de todas las formas del arte interpretativo - usando como instrumentos la voz del cantante y el cuerpo del bailarín -. El bailarín se mueve en ritmos especializados, el cantante “habla” en tonos especializados, el actor (por medio del movimiento y la palabra) tiene algo de ambos. El gran actor funde dos talentos altamente especializados; el de la pantomima que es “baile literal”, y el de la lectura de líneas, que es “canto literal”. La buena representación formaliza ciertos principios estéticos del mismo modo que la buena prosa; los movimientos del bailarín y la expresión vocal del cantante corresponden a la representación así como la poesía a la buena prosa.
Teniendo en mente que “dramatizar” significa “intensificar”, consideramos ahora la significación del diámetro Leo-Acuario, signos de la quinta casa de Aries-Libra, como el símbolo arquetípico del principio de la expresión dramática. Este diámetro es la polarización de lo que se simboliza esencialmente por la quinta casa del Gran Mándala - la irradiación individualizada de los poderes emocionales -. Leo, fijo, de fuego, es el signo que inicia la cruz fija, análogo a Aries y Sagitario de las Cruces cardinal y mudable, respectivamente. Es el aspecto de amor del Yo Soy arquetípico y debido, al orden de ubicación, Leo es la liberación de lo que está establecido en la cuarta casa. Su nota clave es Yo libero y es pábulo no sólo para los otros tres signos de la cruz fija sino también para la expresión activa del Sol en el horóscopo.
La generación es Escorpión-octava-casa así como la liberación individualizada es Leo-quinta-casa- polarizados espiritualmente y por el genio a través de Acuario-undécima casa.
Debemos tener presente que el poder, como Principio del Sol, no tiene propósito alguno a menos que sea liberado y radiado. Todo el amor en el corazón humano, toda la dotación creadora, todo el genio inspirado, manifestador o interpretativo son relativamente insustanciales si no se expresan y es a través de Leo-Acuario y Sol-Urano que nosotros expresamos creadora-mente, hasta dónde los humanos pueden ser creadores. Nosotros contribuimos vitalidad emocional a las relaciones y a nuestro trabajo por medio del atributo de amor de Leo. A través de él encontramos que el recurso de aquello que es complementación enfocada, es generación y regeneración de Escorpión. Leo es el gran símbolo de la alegría natural espontánea, el atributo dinámico cuya realización pasiva y transitoria es llamada “felicidad”. Solo a través del regocijo es que amamos verdaderamente, manifestamos o interpretamos con veracidad y servimos sinceramente. El júbilo es un factor inevitable en la conciencia del artista aún en medio de la “sangre, el sudor y las lágrimas”; no estar alegre es no amar ni irradiar, en el sentido creador de la palabra. Las penas de Leo-Sol están arraigadas en la falta de oportunidad o en la congestión de la destreza para ejercitar la irradiación del amor a otras personas o al trabajo. Las agonías de Acuario-Urano están arraigadas en la incapacidad de afrontar los retos gravitacionales de Luna-Saturno y en los “dolores del nacimiento” de la manifestación bipolar. La conciencia humana no individualizada está representada por la sucesión de los es - Aries, Tauro, Géminis y Cáncer -. La radiactividad de esta octava de conciencia primitiva está en el signo de Escorpión, signo de la quinta casa de Cáncer de Luna - el instinto de engendrar formas como una liberación de recursos del deseo -. Con la individualización, sin embargo, la persona se mueve en sucesión evolutiva un paso más adelante del diámetro Leo-Acuario y su irradiación del deseo es transformada por lo menos en un aspecto primitivo de conciencia de amor y conciencia de poder individualizadas. La conciencia de poder individualizada es la primera necesidad indispensable en el desarrollo y cumplimiento del arte manifestador o interpretativo. Por lo tanto, cualquier artista debe saber que él es un poder y la integración personal debe efectuarse antes que esa conciencia de poder pueda ser expresada. Ahora, sobre el dramaturgo y el actor:
El dramaturgo es una especialización del prosista y del poeta, o de ambos. Sin embargo, él es esencialmente más poeta que prosista, por las especializaciones de su arte aún si no escribiera (y la mayoría de los dramaturgos no lo hacen) específicamente en verso. La composición de drama implica no sólo una afinación instintiva con el principio del ritmo, sino también can la musicalidad inherente de los valores del canto. El debe tener algún conocimiento de los valores del movimiento inherente al baile ya que la representación es pantomima y acción así como la palabra. Un sentido de “proporción del tiempo” es tan necesario para su trabajo como lo es el sentido de “proporción del espacio” para el pintor o la “proporción del tono” para el compositor. La conciencia del tiempo es lo que llamamos la conciencia de la sucesión de reacción y realización. “Las reacciones y realizaciones humanas” son lo que el dramaturgo presenta en forma “dramatizada” estéticamente organizada. Realmente, la “acción” representada en el escenario es la objetivación de series de reacciones y realizaciones individualizadas. En el escenario o en la vida real, esta “acción” es siempre usa exteriorización de estados internos. Y la mentalidad proteica o el entendimiento del dramaturgo le hace posible construir la acción de su drama de acuerdo con un “conocimiento interno” profundo de la conciencia del tiempo individualizada. El autor dramático puede o no tratar de presentar un mensaje en su obra; pero lo que él presenta, ya como “mensaje” o “drama puro”, es la organización de su concepto de los arquetipos reflejados a través de la conciencia humana individual o combinada. Si usted lee cualquier obra digna de ser señalada como arte dramático encontrará en algún sitio un “punto emocional” que es el arquetipo de la obra completa, no importa lo complejo de su estructura. El arte del drama manifestador (el escrito de dramas) es en este punto emocional, la organización armoniosa y expresiva de los elementos que son enfocados, así como el árbol está enfocado en su semilla.
El Gran Mándala Astrológico con Aries de Ascendente, los puntos estructurales cardinales conectados en un cuadrado, los signos de agua conectados en un triángulo, es la imagen simbólica de lo que todo arte trata de interpretar. He aquí la familia humana - el varón y la hembra de “padre e hijo”, varón y hembra en estado de inmadurez y de madurez, y el cuádruple intercambio de polaridad física, genérica y evolutiva -. El trino de los signos de agua es el principio de la vibración simpática por el cual manifestadores e interpretadores “se afinan” con arquetipos a ser expresados a través de conceptos individualizados en el medio estético.
La segunda representación del Gran Mándala tiene los signos fijos en los puntos estructurales, Leo como Ascendente, Escorpión como base. Este es el mándala de todos los artistas manifestadores (creadores) radiando de su recurso de poder creador, polarizados, por el genio de Acuario para realizar una redención inspiradora kármica del subconsciente grupal de la humanidad. La posición de Cáncer como signo de la duodécima casa de este mándala nos demuestra que la potencialidad radiante del Ascendente Leo es derivada de una profunda fuente de simpatía, cuyo arquetipo es la “paternidad o maternidad”. Ningún dramaturgo eminente y verdadero hace su mejor y más inspirado trabajo impelido básicamente por un deseo de hacerse de millones de pesos o de alcanzar fama o aplausos.
Lo hace porque no puede abstenerse de ello y vivir. Sólo que la gente verdaderamente madura puede vivir (en el verdadero sentido de la palabra) sin contribuir a la vida. El dramaturgo u otro artista manifestador, es un padre espiritual, un “epigenitor” de su arquetipo. La base de Escorpión de este mándala apunta hacia la base psicológica de intenso poder de deseo regenerador. Ningún gran artista es un marica psicológico; hay percepción profunda, honda comprensión, sexualidad potente, emociones intensas y consciente o inconscientemente una aspiración ardiente en todos ellos.
La tercera representación básica del Gran Mándala tiene a Sagitario en el Ascendente, signos comunes en los puntos estructurales y Piscis como base. Este es el mándala del artista interpretador que se armoniza con el concepto del manifestador y hace de sí mismo un vehículo para la incorporación de ese concepto. Puede ser llamado, como cuadro abstracto del artista interpretador, el “mándala de la instrumentación individualizada”. El artista interpretador, disciplina, desarrolla y organiza sus habilidades y sus facultades para poder calificar el ejercicio inspirador. Han existido varios artistas en el campo del drama, del baile y de la música que han calificado para el título de manifestador.
De los artistas interpretadores hay dos tipos básicos:
Un tipo es el de la personalidad arquetípica de la cual existen - y han existido - varios ejemplos notables en la esfera de la representación cinematográfica. Representativos de este tipo en el cine mudo y hablado son tales como: Rodolfo Valentino, Theda Bara, Mary Pickford (como la “Novia de América” de años pasados), Douglas Fairbanks, padre, Mae West, Clark Gable y otros. El ejemplo sobresaliente de la personalidad arquetípica en el cine de hoy es “Bing Crosby” - el “trovador del mundo” -. (1951).
El segundo tipo es el del verdadero intérprete dramático, el actor o actriz cuya personalidad y equipo personal son pábulo para la afinación con el concepto del manifestador. Todos los grandes artistas dramáticos son de este tipo y ellos personalmente, por su influencia están entre los más conspicuos “inspiradores” de la raza humana. El Ascendente Sagitario del “mándala del intérprete” pinta el sacerdocio esotérico (o psicológico) de toda representación dramática. Por el poder del actor, la esencia de las vibraciones de la personalidad humana es representada en los papeles que él desempeña; estos patrones de vibración de la personalidad son condensaciones de principios de vida expresándose a través del arquetipo humano. La proyección inspiradora del actor fundida con la destreza y conocimiento del dramaturgo, contribuye con una vitalización de conciencia humana de su propia experiencia e identidad como una expresión de vida. El hombre trata siempre de realizar las verdades de su arquetipo y más que ningún otro arte, el drama tiene el poder de encender puntos de esta realización. Nosotros no vemos realmente nuestro propio (individual) yo en las representaciones de los grandes actores; vemos “puntos del yo” exteriorizados. Nuestra respuesta al impacto de una gran representación de un drama trágico tiene el efecto de elevar nuestra conciencia del “dolor localizado de nuestras penas personales” a una vasta participación de las penas y sufrimientos de la humanidad evolutiva. El actor y la actriz son intermediarios entre nuestra conciencia del yo separativo y nuestra conciencia de identidad con la egoidad de nuestro arquetipo - la humanidad -. Préstele un poco de consideración a sus respuestas a las funciones de la buena representación. ¿Recuerda usted un sentido de “expansión en el yo superior” por el estímulo a su simpatía, su fe, su amor y sus inspiraciones?.
Puede mencionarse aquí, a una persona que en su día fue considerada por muchos como la más grande en el campo del arte dramático y cuyo cumplimiento de la dotación artística significó uno de los más grandes progresos del arte teatral: Mme. Sarah Bernhardt.
La carrera de esta eminente actriz francesa (ella era nativa de París y también de Escorpión) en los escenarios del mundo cubrió un lapso de algo así como sesenta años y desde el punto de vista de una completa “cantidad de expresión”, así como de cualidad, fue un fenómeno de proporciones imponentes. Ella no sólo interpretó papeles principales de los repertorios clásicos, melodramáticos y líricos, sino que siendo tan grande el poder de su vibración, inspiró la producción de un gran número de los mejores dramas de su tiempo - por autores tales como François Coppée, Víctor Hugo, Edmond Rostand, y muchos otros -. Esta mujer fue en verdad una sacerdotisa del arte dramático, consagrada con todas las fibras de su ser, al cumplimiento de una dotación que fue verdaderamente un gesto de lo divino para los de este plano. Léase una buena biografía de su vida. Reanimará su conciencia con una fe renovada en el poder de la belleza que vive en el arquetipo humano.
Con relación a la lectura astrológica, la esencia simbólica de la habilidad dramática es Venus, Júpiter y Neptuno, los signos Piscis y Leo y la quinta casa. La “carrera dramática” envuelve ciertas configuraciones favorables con la Luna (como símbolo del público) y también de la sexta y décima casas. (Los logros prodigiosos de la Señora Bernhardt están indicados por el Sol en Escorpión en combinación con una conjunción de Júpiter y Urano; es posible que ella tuviera la Luna y Neptuno en Piscis - Duodécima casa - con Aries en el Ascendente.
¿Dramatiza el astrólogo?. Si es así, ¿cuál es su teatro y de quién son las líneas que él lee?. Un factor en la ética del servicio astrológico exige que el astrólogo consultor sumerja sus sentimientos personales evitando de ese modo la descarga de vibraciones negativas contra su cliente perturbado y para que pueda efectuarse la claridad de armonización con el horóscopo. En este respecto, él hace exactamente lo que el actor tiene que hacer. El astrólogo en su persona y vibración, debe dramatizar la serenidad, la amistad, la iluminación, el incentivo y el amor. Esto no es “hipocresía”, aunque la palabra hipocresía significa esencialmente “uno que desempeña un papel”. El hipócrita falsifica por una naturaleza, el astrólogo representa a través de las verdades de la naturaleza humana.
El astrólogo “lee las líneas” de la naturaleza humana como una explicación de los principios de vida funcionando a través de un arquetipo particular. Un escenario es cualquier lugar donde él presenta privada o públicamente verdades astrológicas para la iluminación de la conciencia de otras personas. El astrólogo se presta a dramatizar el bien esencial de la persona para quien él lee y en esta función prueba su identidad como hermano espiritual del artista dramático.

del libro " Estudios de Astrología VII ", de Elman Bacher

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