martes, 4 de mayo de 2010

CURACIÓN - en you tube -

CAPÍTULO III

El arte de curar es una extensión impersonalizada del amor bipolar de los padres. La conservación del cuerpo engendrado es uno de los factores envueltos en la responsabilidad de los padres; la sabiduría que es el conocimiento destilado de la experiencia a través de encarnaciones, es sumada al instinto amoroso básico de la paternidad para formar la esencia de las artes de curación mediante las cuales la humanidad conserva y protege, en el servicio, el compuesto de sus miríadas de cuerpos. Consideraremos un mándala básico indicativo de esta extensión:
Primero, un círculo con el diámetro vertical, los símbolos de Cáncer y Capricornio en los puntos inferiores y superiores, respectivamente. Este es el mándala esencial de la paternidad o maternidad - lo maternal y paternal del Yo Soy abstracto del Ascendente -. En los estados primitivos la humanidad funcionó instintivamente en la paternidad o maternidad, siguiendo la llamada del instinto generador como cumplimiento de un deseo intensamente expresado - tal vez con un ápice de lo que podría llamarse “afecto”. Con la concepción, el alumbramiento y la conservación al azar de los niños, la humanidad primitiva cumplió la responsabilidad de engendrar formas. No obstante, con la evolución y el desenvolvimiento de la potencialidad del amor, los padres consideraron a los niños como individuos y con esta consideración nació el deseo de comprenderlos. Las artes de curación puede decirse que nacieron con el primer ser humano que ejercitó su pensamiento y su ingeniosidad, como expresión de un instinto protector paternal para la conservación de la vida de otro. Esta persona hipotética, quien fuera, proyectó de la potencialidad del amorsabiduría, una imposición de la mente y la voluntad en los fenómenos de la Naturaleza para realizar la aurora del impulso del servicio amoroso impersonalizado. El hombre impele internamente hacia extensiones de relación sanguínea en el desenvolvimiento de sus potencialidades. Primero, sus padres, hermanos y hermanas, compañera e hijos; después, los miembros del clan o de la tribu a que pertenece; más tarde los miembros de otro clan y así sucesivamente, hasta que alcanza una octava de conciencia en la cual percibe un vislumbre de la relación de su vida con toda la gente. El “cuidó de sus animales” primero, porque dependía de ellos para el trabajo y el alimento; sin embargo, con el “vislumbre de las relaciones de la vida”, él percibió que estaba relacionado con sus animales al igual que con sus parientes humanos y otros seres humanos, y como consecuencia extendió su conocimiento de curación para beneficiar no sólo a la gente, sino también a la vida animal.
El universalista está redimido hasta tal grado que cuanto tenga de potencialidad del servicio
amoroso es radiado a todos los seres vivientes que lo necesiten.
Ahora añada al mándala en consideración, el diámetro de Piscis-Virgo; los puntos similares en Cáncer-Piscis y Capricornio-Virgo son conectados por líneas curvas en dirección contraria a las agujas del reloj. En esta forma vemos una película compuesta del diámetro Cáncer-Capricornio volteada nueve signos, reposando en los signos que representan la octava de sabiduría de la paternidad. “La sabiduría que nace de la experiencia evolutiva” es la significación arquetípica de cualquier patrón del signo de la novena casa. Un padre devoto, pero ineducado puede hacer todo esfuerzo para sanar a un hijo amado; pero la sabiduría resulta en el arte de hacer las cosas de acuerdo con sus principios esenciales. Por lo tanto, los médicos especialistas, los diagnosticadores, cirujanos, enfermeras, dentistas, ginecólogos, dietistas, herbarios, veterinarios, psiquiatras, etc., abarcan la gran fraternidad de los terapeutas, los “padres impersonales” que consagran sus esfuerzos al mantenimiento de la salud interna y externa de todos los seres vivientes. De esta fraternidad hay dos tipos básicos que estudiaremos por medio de mándalas. El mándala del curador exotérico es el diámetro de Virgo-Piscis polarizado por Géminis, regido por Mercurio y tercera casa desde Aries. Géminis es conocimiento verdadero, es la comprensión derivada de la observación de los fenómenos físicos y del estudio de hechos y datos registrados. El acercamiento exotérico de las artes terapéuticas está basado en un acercamiento que el cuerpo mismo es el origen de sus propios males, y como tal, él fue el medio a través del cual el hombre fue impelido a familiarizarse con la estructura y las funciones de su vehículo físico. En sus primeras etapas de evolución, él conocía solamente lo que veía o percibía por los medios físicos; su conciencia y apreciación de la vida se enfocaban en su reacción al mundo objetivo que lo rodeaba. Por lo tanto, estudió su cuerpo observando lo que sucedía bajo ciertas condiciones y experiencias. Aprendió las diferentes clases de reacciones al dolor de que era capaz cuando su cuerpo era afectado en formas especializadas por fuerzas o medios externos. Este “mándala de curación” polarizado por Géminis, por ser esencialmente objetivo, es el mándala de todo arte diagnóstico que pertenezca a cualquier rama de curación, interna o externa. Se refiere también a las artes de la cirugía y al tratamiento médico que tienen aplicación directa en la condición física.
El hombre empezó a aprender sobre los efectos externos bastante temprano en las etapas evolutivas; pero no tardó mucho en darse cuenta de la significación de los estados internos que afectaban su bienestar físico. El primer ser humano (hipotético) en comprender que un estado emocional o mental tuviera una relación directa con la condición del cuerpo como la causa de una anomalía fue el primer terapeuta esotérico. El fue el primero en reconocer la coexistencia de la vida subjetiva y la vida objetiva. Sus observaciones fueron el origen de aquellas que se desarrollaron subsiguientemente relativas a la causa subjetiva de toda anomalía física o desarmonía - lesiones al igual que enfermedades -. En resumen, estas observaciones se refieren a la causa kármica de las desarmonías físicas. (El Faraón Alado, por Joan Grant, relata cómo percibían los grandes sacerdotes curadores del antiguo Egipto, por el examen clarividente, las causas internas de las desarmonías físicas). El inmortal Paracelso puede ser mencionado como un “epítome” (en la historia relativamente reciente) de este “primer terapeuta esotérico”. Ahora añadamos al mándala en consideración, el símbolo de Sagitario polarizando a Géminis, formando de ese modo, la cruz mudable de la instrumentación, la extensión del mándala del curador exotérico, la imagen del hombre como instrumento para su propia curación. La congestión principal envuelta es la congestión en la ignorancia, la “ceguera a los principios” que es fundamentalmente la causa de toda enfermedad y lesión física. El signo de fuego Sagitario es el punto iniciador de esta cruz correspondiente al Aries de la Cruz Cardinal. La identidad es: “yo soy un curador”.
Ahora para aclarar, “construya” el mándala de Sagitario como sigue: Sagitario en la horizontal izquierda, Virgo en la vertical ascendente; Géminis en la horizontal derecha; Piscis en la vertical descendente. La irradiación curativa, conservadora de Sagitario es polarizada por el conocimiento de Géminis; el diámetro de los padres es el diámetro de servicio abstracto de Virgo-Piscis. El instinto primitivo maternal de Cáncer está demostrado aquí como la maternidad universal del compasivo Piscis; el instinto, primitivo paternal de Capricornio, exaltación del principio masculino, Marte, está demostrado aquí como la mayordomía del elemento de tierra por medio de Virgo, como sabiduría, expresándose a través del servicio amoroso. Ahora añada la quinta y novena cúspides y los signos apropiados, Aries y Leo respectivamente; conecte los tres puntos de fuego por medio de líneas rectas formando el trivio de la individualización dinámica que caracteriza a todos los grandes curadores esotéricos; cada uno de éstos, por la verdadera naturaleza de su propósito y cumplimiento de responsabilidad, es un precursor en tanto que cada uno añade un punto de entendimiento que se presta para trascender las limitaciones del conocimiento puramente exotérico. Todo curador, no importa la rama del arte en que él sirve, que aplica una percepción inspirada de las causas internas de las lesiones y las enfermedades es un curador esotérico; sólo aquellos que enfocan en el cuerpo solamente, deben ser considerados como “exoteristas puros” del arte de curar.
La potencialidad del amor (quinta cúspide) de este mándala enfoca la gran regeneración de la valentía y todo curador esotérico debe expresar esta virtud para poder cumplir. La mayoría de la humanidad es y siempre ha sido de “propensión exotérica” - congestionada en la apariencia externa y ciega a las realidades internas. Desgarrar el velo de la ignorancia para que la humanidad se ponga sobre aviso, como la causa de sus propias desarmonías ha requerido un valor intrépido y un celo ardiente de parte de los grandes curadores. “El miedo instintivo a lo desconocido” que caracteriza a la ignorancia ha sido siempre el mayor reto a la integridad personal de los curadores y este reto ha tenido que ser afrontado por el ejercicio del mayor impulso dinámico representado por Marte-Aries. Leo en la novena cúspide de este mándala enfoca la vibración de “poder y autoridad” del Sol en la casa que alude a la comprensión y a la enseñanza. ¿Quién, en las artes de curación presumiría o se atrevería a presentar especulaciones como verdades referentes a la curación subjetiva - esto es, sin la autoridad de la verdadera comprensión de los principios envueltos? En este factor del mándala, vemos el “reino de la verdadera comprensión”, la “nobleza de las percepciones iluminadas”. Las verdades de lo externo, importantes y significativas como son para el desarrollo de las artes curativas, son imágenes reflejadas de las verdades de lo interno. El Leo de la novena casa es la “sabiduría” que irradia amor y la expresión de verdades de lo interior realizadas, es la esencia de la curación en cualquier plano; esta sabiduría es una contribución vitalizante a las experiencias humanas en cualquier aspecto.
Así como Cáncer es el símbolo de lo que impele en la conciencia de la mujer a sacrificar su sustancia corporal para la encarnación de Egos, del mismo modo Piscis es, como signo de la cuarta casa del “mándala del curador”, el sacrificio espiritual hecho por todo curador verdadero. La “sustancia” de este sacrificio es la idealidad de todos los curadores, varones o hembras, ofrecida continuamente para que el ideal de la salud pueda ser manifestado en la experiencia humana. Así como la mujer primitiva ama instintivamente a su hijo, del mismo modo la polaridad femenina en todo ser humano, ama lo que es joven, indefenso y embrionario. Y “embrionario” quiere decir “ignorante”. El sacrificio ofrecido a través de la idealidad por los curadores es con frecuencia infinitamente peor que cualquier otro sufrimiento físico. La visión de una humanidad de salud radiante envilecida continuamente por las fuerzas congestionadas y negras del materialismo, el prejuicio, la estupidez y la envidia, es una crucifixión del espíritu que puede ser y ha sido sumamente abismática. El corazón maternal de todos los curadores resiste estas laceraciones en el servicio, así como en grado diferente, la mujer resiste el dolor de la gestación y el alumbramiento. Así se le muestra el cuadro a todos los que serán curadores:
Estar dispuestos a neutralizar las fuerzas de la congestión por una efusión continua de su
idealidad y de sus impulsos simpáticos. En este servicio de universalización, todo en vuestra naturaleza que es, o que ha sido “Madre” alcanza octavas de conciencia prolongadas a fin de que todos se beneficien con la efusión de sus impulsos compasivos y simpáticos.
Si el impulso de sanar es derivado de la esencia femenina, maternal, entonces el verdadero trabajo de curación es derivado de la esencia paternal como una universalización prolongada del principio de mayordomía inherente al trino de tierra, iniciado por el Capricornio de Saturno, aunque enfocado en este mándala como el Virgo de Mercurio, la “ubicación masculina” de este planeta mental. Toda la simpatía en el mundo puede ser, desde el punto de vista vibratorio, un medio de curación; pero la totalidad de las artes curativas es tan compleja y tan variados son los factores con los cuales tratan que en los procesos evolutivos está asegurada la aplicación de mucho estudio y observación. La polarización de Sagitario por Géminis y de Piscis por Virgo nos indica que el conocimiento de los hechos de todos los planes de existencia representa en términos humanos, la terminación o el cumplimiento (complementación) del impulso básico o instinto por el cual el ser humano trata de convertirse en instrumento para los poderes curativos. Todo el estudio y lo que se aprende por la experiencia sirve finalmente el propósito de alertar la conciencia del curador hacia una percepción de salud como un atributo universal. Un padre humano, inteligente, no concibe que su responsabilidad abarque el “hacerlo todo por el niño”; él sabe que su responsabilidad es guiarlo y ponerlo alerta Sobre el ejercicio de sus potencialidades individuales. Así el sanador corno “padre universalizado”, estudia la enfermedad y las lesiones con el propósito de alertar al paciente (su hijo) para que se dé cuenta de su propia responsabilidad en el asunto. El “corazón de padre” del curador dice:
“mi hijo, debes averiguar por qué tienes esta condición y ejercitarte de acuerdo con un entendimiento más claro de los principios de tu cuerpo”.
El curador, un ser humano en desarrollo con problemas como cualquier otro, puede y a veces logra congestionarse y “volver a las andadas” en el cumplimiento de su servicio universal. El es, como otro cualquiera, un aspecto del Gran Mándala el cual da pautas sobre ciertos peligros particulares si el sanador opera desde una base de congestiones en la conciencia.
El signo de Cáncer no sólo simboliza el “hogar y la vida privada”, sino que es arquetipo de la conciencia de adhesión a una raza, nacionalidad, o religión particulares.
Todos estos factores son parte de nuestra “conciencia del calor del hogar” y sirven de “modelos evolutivos”. El curador que se “congestiona en Cáncer” es el que hace un esfuerzo máximo para auxiliar a uno de los suyos, pero sin embargo rehúsa su ayuda a un relacionado “fuera de su límite”. A pesar de su habilidad tal acción muestra ignorancia de los principios de las artes de curación. El signo de Capricornio enfocado por Saturno, es ortodoxia, organización y normas convencionales. A través de la vibración por Saturno se desafía en ciertos patrones, la individualidad del sanador por “lo que se ha establecido como normas y éticas profesionales”. Todos los grandes curadores lo son gracias a su individualidad y el valor de sus convicciones inspiradas. La codicia por el dinero, el aplauso y la “reputación”, que caracteriza a los curadores “cristalizados” es una fuerza combinada que con frecuencia desafía la integridad del individuo. Si éste trasciende ese reto, su Luz seguirá ardiendo con brillo y fuerza; si sucumbe a cualquiera de sus factores, su Luz tarde o temprano se amortiguará y chisporroteará. El curador no puede defraudar su Luz en aprobación de lo cristalizado, y falto de principio y de esperanza de mantener esa Luz clara e iluminadora. La complementación de Sagitario por Géminis, irredimido, es congestión en el logro intelectual a expensas del impulso espiritual. Si el curador ha reaccionado a decepciones y dificultades con un incremento de cinismo y antipatía intensificada gradualmente, él puede ser tentado a buscar consuelo recurriendo a los “libros y alejándose de la gente”. El curador existe como tal, debido a las necesidades de otros seres vivientes y no por lo que está en los libros. El conocimiento debe “unirse” al ideal espiritual de completar plenamente el servicio de amor, ^ que es la razón de ser del curador.
Cualquier estudiante de astrología deseoso de inaugurar un período de estudio relativo a los mapas de curadores o factores astrológicos relativos a las “habilidades curativas” debe preparar su mente para este estudio leyendo primeramente biografías de los grandes curadores como una armonización con el espíritu en la naturaleza humana que hace a la gente curadores. Debe familiarizarse “mercurialmente” con los pasos significantes en el desarrollo de las artes de curación a través de la evolución humana. Esto es comparable, en el plano intelectual, a la “meditación sobre mándalas puesto que la mente es de ese modo sensibilizada a la vibración” de los curadores. Se sugiere también la lectura de la exquisita Canción de Bernadette de Franz Werfel como una necesidad indispensable para todos los estudiantes que deseen sensibilizar su percepción de la instrumentación de todos los grandes curadores y los medios ocultos por los cuales se establecen los grandes centros de curación. La literatura Teosófica y Rosacruz es por supuesto un manantial insondable de conocimientos sobre los temas de curación.
Algunas observaciones generales: Las artes quirúrgicas están caracterizadas por la vibración de Marte; las del tratamiento y el diagnóstico por Mercurio. La Luna y Venus son conspicuas en los patrones referentes a las especializaciones femeninas. Saturno, para las artes quiroprácticas y ortopédicas. Una persona dotada de poder vibratorio curador, tendrá por lo general, un Sol poderosamente aspectado y claro, con énfasis en los signos fijos, particularmente Escorpión y Leo. Los signes de Piscis y Cáncer y el planeta Júpiter son “básicos” en los mapas de curación. Si es un curador verdadero, el curador es un conservador - y Júpiter es el principio de la conservación y el mejoramiento. La duodécima casa - la casa del cumplimiento de responsabilidad kármica para aquellos que están limitados - debe ser configurada en los mapas de los que prestan servicio en los hospitales o en otras instituciones de curación. Venus puede ser o no ser conspicuo en tales mapas; pero la Luna tiene que serlo - puesto que ella es el símbolo de la simpatía maternal instintiva así como de la necesidad pública. En la conciencia de todo el que estudie el tema de la curación, puede ocurrir una forma de curación inspirativa - y el astrólogo “hermano gemelo” del curador esotérico, debe irradiar curación por su amigabilidad, sus percepciones y su amor impersonalizado. El funciona como un “sanador de la psique” por su atención vigilante de la conciencia de la humanidad a las verdades de los principios de vida.

del libro " Estudios de Astrología VII ", de Elman Bacher

LA FRATERNIDAD DEL ASTRÓLOGO, EL ARTISTA, EL SACERDOTE Y EL CURADOR

CAPÍTULO IV

LA FRATERNIDAD DEL ASTRÓLOGO,
EL ARTISTA, EL SACERDOTE Y EL CURADOR

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https://www.youtube.com/watch?v=-7f-U690YmQ&feature=youtu.be

La “relación se puede definir como el sentido, el propósito y el significado de una  cosa con referencia a la sincronización de su conciencia con la de otra cosa a la cual es atraída por las leyes de la vibración simpática”. Todas estas leyes están inherentes a la Ley de Causa y Efecto y a los principios de creación y epigénesis.
Existen solamente dos patrones de relación básicos, cada uno de los cuales se manifiesta a través de la difusión en octavas innumerables por todo el Cosmos. El primero de éstos es la relación creadora - la del macrocosmo y el microcosmo entre sí. El primer aspecto de esta relación es el de lo Incognoscible a (lo que podría llamarse) los Logos de las archi-galaxias. El compuesto de las archi-galaxias, en cualquier punto particular del tiempo, es el Cosmos manifestado totalmente; cada archi-galaxia es un “punto estructural” del Cuerpo Cósmico. El segundo aspecto (u octava) de esta relación es la del Logos de cada archi-galaxia a los Logos de sus galaxias; el tercero es la relación de los Logos galácticos a los Logos de sus sistemas solares; el cuarto es el de la relación de cada Logos Solar en una galaxia a los Logos planetarios de su sistema. Desde aquí, descendiendo a la difusión de la manifestación, la creación se convierte en epigénesis. Para recapitular: La identidad macrocósmica (desde la unidad a los logos solares) es a la identidad microcósmica (logos subsolares) como la creatividad (función de la vida) es a la epigénesis. En términos humanos, puesto que los humanos no son creadores sino epigenitores, la octava más trascendente de este patrón de relación es la del regenerador universal al superconsciente colectivo, la conciencia, y la subconciencia; del arquetipo Humanidad; la octava más densa es la de la relación biológica (epigénesis sexual) de padre e hijo entre sí.
El segundo patrón de relación es el de la fraternidad y se puede definir como: “La relación de macrocosmos entre sí y la de microcosmos entre sí por el paralelismo de la facultad creadora o epigenética”; además como toda manifestación es “microcosmo” relativo a Lo Incognoscible, la fraternidad es la relación de las cosas entre sí por la atracción magnética a través de la sincronización de semejanzas y desemejanzas de los estados vibratorios. La esfera mínima de la fraternidad es una cosa en relación a otra; en toda relación fraternal, las dos cosas implicadas tienen por lo menos un punto de semejanza mutua y un punto de desemejanza. El punto de desemejanza mutua hace posible la acción epigenética en la vida de relación. La acción creadora es irradiación de una fusión tenaz de poderes de polaridad; la acción epigenética es irradiación de las potencialidades de polaridad de la respuesta al estímulo de poder desde una octava superior. Piense sobre esto.
Un ser humano de evolución relativamente rudimentaria en un punto particular de conciencia es estimulado epigenéticamente por el contacto vibratorio con otro que está relativamente evolucionado en este punto. El uno en común es el punto en la conciencia o el punto de la facultad que cada uno está tratando de cumplir; ellos actúan de mutuo acuerdo en la aspiración de ese cumplimiento particular. El “punto de desemejanza” es el contraste entre el cumplimiento relativo del uno y el incumplimiento relativo del otro. El
primero irradia al segundo; éste absorbe del primero. Por lo tanto puesto que el relativamente maduro debe dar y el relativamente inmaduro debe recibir, cada uno se presta para proporcionar el progreso al otro.
Lo Incognoscible no tiene fraternidad con ninguna cosa; El es El Uno, el Todo lo que es. Pero lo que podría llamarse la “energía esencial” es la esencia “biuna”, la polaridad.
En la polaridad se halla la archi-octava macrocósmica de la fraternidad; su “biunidad” (dualidad en la unidad) se manifiesta como:
1) Voluntad: positiva, proyectante, impregnante, masculina, varón, y como:
2) Imaginación: negativa, magnética, receptiva, reactiva, femenina, hembra.
La acción recíproca de esta “biunidad” hace posible toda función creadora y epigenética en todas las octavas y ciclos por todas las identidades específicas. Se le puede dar gran consideración al significado del número dos. No es realmente “dos uno”; es verdaderamente la exteriorización de las potencialidades de la polaridad del uno. Si la polaridad es la “energía esencial” “biuna” del Cosmos (la vida interna de la unidad), entonces el dos es archi-símbolo de difusión de las potencialidades de la polaridad. La “Humanidad” es un aspecto de la unidad porque es un arquetipo; la dualidad de este arquetipo es la “difusión” que llamamos hombre y mujer. El sexo (varón y hembra) es la representación física de la biunidad”; el género (masculino y femenino) es la difusión biuna del ser vibratorio. Cada macho y cada hembra contiene (o posee) el atributo biuno del
género; el masculino de este atributo es expresión, el femenino es la reactividad. Estas dos
palabras, a su vez componen lo que podría llamarse el “atributo de la aptitud para la experiencia”, y la experiencia, hablando humanamente, es epigénesis - el desenvolvimiento evolutivo de las potencialidades. Las cuatro palabras (dos dos) varón, hembra, masculino y femenino son los puntos de estructura de nuestro ser epigenético; por nuestra conciencia de ellos, nos identificamos nosotros y los demás como factores en la familia humana arquetípica, y por medio de ellos se manifiesta nuestra conciencia individualizada de todo patrón de relación humana posible, mientras pertenezcamos al arquetipo “humanidad”. El cumplimiento perfecto de conciencia a través de la experiencia como factores de relación, es el propósito de nuestra evolución.
En el sentido absoluto, toda manifestación en el Cosmos tiene fraternidad con todas las otras puesto que todos son “hijos de lo Incognoscible”. Si optáramos por hacer el esfuerzo, nosotros los humanos podríamos palpar un sentimiento de fraternidad con los habitantes de planetas de otros sistemas solares así como con los de nuestro sistema.
Podemos, no obstante, percibir intelectualmente, por analogía, la fraternidad de octavas más altas de Vida considerando la fraternidad recíproca de las fuentes creadoras en orden descendente hasta la identidad que llamamos el “Logos Solar”. Esto representa el aspecto exotérico de la relación fraternal arquetípica - el paralelismo por la identidad a través de la semejanza del atributo creador. Nombraremos, en orden descendente, las fraternidades de:
Los Logos archi-galácticos, los Logos galácticos, los Logos Solares, los Regentes Planetarios, los Regentes de los Satélites y en términos de la Tierra, los miembros de cada ola de vida específica, de cada arquetipo, y de cada especie de cada arquetipo. La fraternidad de los mamíferos, por ejemplo, incluye a todos los humanos, a los gatos, ballenas, roedores, etc., pero cada una de estas especies, es, en sí misma, una fraternidad.
Hay también dos fraternidades en cada arquetipo, de machos y de hembras. Este aspecto exotérico de fraternidad se refiere a la forma, a la identidad, al patrón de estructura, al patrón de instinto y a la potencialidad creadora o epigenética. Es el “quién y qué de la fraternidad manifestada”. Dele un poco de elasticidad a su -mente para considerar esta “agrupación fraternal” dé las formas de Vida.
El aspecto esotérico de fraternidad tiene que ver con la relación mutua por el paralelismo del desarrollo evolutivo referente a la fuente creadora - en nuestro caso, nuestro Logos Solar. Nosotros, como habitantes de la Tierra, tenemos fraternidad con los habitantes de todos, los planetas de nuestro sistema - todos procedemos del mismo origen creador. En un sentido más condensado, nosotros (como el desarrollo epigenético más elevado en este planeta) tenemos una fraternidad más íntima con el desarrollo más elevado en cada uno de los otros planetas de nuestro sistema. Una mayor consideración subjetiva: Nosotros, en este planeta, somos más íntimamente fraternales con todos los otros cuyos cumplimientos e incumplimientos de idealidad son similares (paralelos) a los nuestros. Esta fraternidad trasciende en significación a todas las otras que se refieren al sexo, la raza, la nacionalidad, etcétera. Es la fraternidad de octavas de conciencia, y todos los miembros de fraternidades de almas están mutuamente magnetizados por medio de la atracción de sus similitudes más las desemejanzas para el desarrollo epigenético. Todos los músicos, por ejemplo, desde los más primitivos hasta los más cultivados, son fraternales entre sí porque todos los que pertenecen a esta fraternidad tienen en común una semejanza de expresión estética - no importa el grado de diferencia en su esfera. La archi-fraternidad de trabajadores tiene su difusión “biuna” en el patrono y el empleado; pero todos los miembros de ambas clasificaciones (general o específicamente) son paralelos entre sí en la clase de servicio que rinden para el progreso de la vida humana. Esta fraternidad, en su estado rudimentario, está congestionada en el concepto de que “el dinero es la razón para el trabajo”; en su estado evolucionado, la realización lograda es que “el dinero es una evaluación externa y una expresión de intercambio entre la gente - y que el servicio amoroso es el ideal que debe ser realizado”. En cada factor de la experiencia humana, un principio une a la gente en agrupaciones por medio de la relación mutua - el principio de lo “interno” de la actividad del trabajo; la acción externa es el medio por el cual la realización de principio es evolucionada. Cada principio de vida pone al abrigo (como hace el Gran Maestro de una logia o de una organización espiritual) a toda fraternidad humana en la cual y mediante la cual la realización de la verdad es destilada.
Considerando de ese modo la naturaleza de la fraternidad, nos damos cuenta claramente del hecho que lo que llamamos “entidad” es una designación de nuestro sentimiento sobre alguien; no es ni podría serlo nunca una designación de identidad específica. Los sentimientos de entidad son congestiones de conciencia del amor, congestiones de poderes epigenéticos, etc., que nosotros sentimos cuando nuestros incumplimientos son estimulados por la vibración de otro. Ninguna parte de un horóscopo humano representa una delineación de “enemigos declarados o secretos” porque ningún ser humano es enemigo de otro. Esas partes del horóscopo que se nos ha enseñado a delinear de esta manera (filosóficamente falsa) son aquellas que cuando se estimulan por puntos similares en el horóscopo de otro nos hacen darnos cuenta de nuestros sentimientos de culpabilidad, de frustración e inseguridad. Mientras no nos demos cuenta de nuestro paralelismo con la otra persona identificaremos estos sentimientos con palabras tales como odio, miedo, detestación, disgusto, etcétera. Decimos que odiamos, tememos, o detestamos a la persona. Eso no es verdaderamente cierto; odiamos nuestra ignorancia, nuestras congestiones y nuestros ideales falsos; no odiamos a la gente. Desde el momento en que nos percatamos de la verdad que algo en esa persona se asemeja a algo en nosotros, empezamos a vislumbrar nuestra fraternidad (unión) con ella; algo en nuestra conciencia que quiere (aspira) disolverse y evolucionar, inmediatamente empieza a trabajar en ese punto para hacernos conscientes de nuestro paralelismo regenerado con esa persona. Un ejemplo, no menos, de la misericordia de la vida. En la opinión del autor, dada en un artículo previo, las congestiones intensas epitomizadas por el signo fijo de Escorpión,
regido por Plutón, encuentran su gran disolución en el signo de Géminis porque Géminis es
el símbolo astrológico de la esencia de la percepción fraternal.
Teniendo en mente que (hablando simbólicamente) las líneas rectas son abstracciones de las curvas, considere el hecho que el símbolo para este signo común de aire es el único de los doce formado por cuatro líneas - dos horizontales y dos verticales.
Como tales ellas son las abstracciones de los cuatro semicírculos iniciados por los puntos de estructura cardinales del Gran Mándala Astrológico. Representan también desde otro acercamiento, la “cuadriplicidad” de lo que es inherente a los diámetros vertical y horizontal del Gran Mándala - el compuesto cuádruple del sexo genérico de la familia humana arquetípica; doble Procreador y doble Engendrado - macho y hembra como manifestadores y como reactores. Representa la esencia del paralelismo de los padres con los hijos en el sentido que todos los padres han sido niños y los niños tienen la potencialidad epi-genética de convertirse en padres, o “dadores de vida”.
Por lo tanto representan el paralelismo de todas las manifestaciones porque todos los creadores han sido epigenitores y todos los epigenitores tienen las potencialidades de convertirse en creadores. El creador es “hermano mayor” para el epigenitor; el epigenitor es “hermano menor” para el creador. El mayor, en cualquier arquetipo, es el que está más próximo a la unidad. La fraternidad del matrimonio se observa en la semejanza de poder epigenético del macho y hembra humanos sincronizados con la complementación de
desemejanza de la función física. La acción fusionada de dos unidades sexuales humanas proporciona el reactivo de la sincronización cuádruple (expresiva) de macho y hembra, la fraternidad epigenética de la transmisión de la vida. Marido y esposa son “hermano y Hermana” en el servicio amoroso de la paternidad. Piense sobre esto si usted se siente inclinado a arrojar toda la culpa de su infelicidad material (si la tiene) sobre su compañera.
Tal vez usted debe recordar la fraternidad profunda e intrínsecamente inherente a la relación. Aquellos de ustedes que estuvieran congestionados en un mal sentimiento hacia uno de los padres: recuerde que usted y el padre o la madre son fraternales por ser miembros del mismo grupo de familia; sus semejanzas y desemejanzas son lo que los magnetizaron entre sí para el cumplimiento mutuo. Aprenda de usted mismo, estudiando y percibiendo estas semejanzas; usted no tiene mejor fuente de instrucción.
En referencia al tema en cuestión, la fraternidad del astrólogo, el artista, el sacerdote y el curador abarca la fraternidad de regeneradores epigenéticos. En relación con la fuente, éstos son representados como la cruz mudable, los dispensadores de encauzamientos de sabiduría y de poder regenerador. Como tales, ellos son los “hermanos menores de Dios” en este plano. Pero en relación con los ignorantes, congestionados cristalizados, etc., ellos están representados por la cruz fija, iniciada por el signo de fuego Leo, un símbolo de aquello que corresponde a nuestra Fuente Creadora, la “humanización de la Divinidad”.
Los Radiadores de Poder inspirados de este plano son los “reyes de la Tierra”; aunque Capricornio-Cáncer representa abstractamente el principio de “paternidad de las formas”, Leo-Acuario representa el principio de “paternidad de los Espíritus” porque es por medio de este diámetro que el poder solar creador es liberado a través de esta manifestación. (En la instrucción oculta se ha dado que nuestro sistema solar tuvo su incepción, o comenzó su manifestación, cuando el Sol por precesión, estaba en el signo Leo - el signo de la fuente radiante -. Tauro-Escorpión es el aspecto del deseo, de la creación, es el símbolo bipolar de nuestra creación como epigenitores. Leo-Acuario, sin embargo, es la Fuente del poder epigenético, es el atributo del amor en el cual y a través del cual encontramos nuestro Centro Divino. Antes que el sexo fuera, fue el amor, y la fraternidad de regeneradores son los que revitalizan la conciencia espiritual de la humanidad por sus liberaciones del poder fusionado de Sol-Urano. Como tal, ellos son nuestros hermanos y hermanas mayores, y fraternales a nuestros Espíritus como son nuestros padres y madres a nuestra expresión como cuerpos en este plano.
Los grandes Regeneradores de este planeta pueden parecer y a veces ciertamente parecen Dioses para aquellos menos evolucionados. Ellos conocen su fuente de poder y han destilado la sabiduría para irradiar ese poder conforme a los principios del cumplimiento.
Poseen extensiones de nuestros propios atributos por los cuales asumen la semejanza de superhombres. Hacen patente nuestra Idealidad Interna como individualizaciones de nuestro arquetipo y nosotros somos propensos a “reverenciarlos” como reverenciamos el concepto de Dios. Sus irradiaciones de poder como iluminación por la sabiduría, el amor, la belleza y la curación, alcanzan lo más íntimo de nuestro ser. Ellos encienden un fragmento del Ser que mora eternamente dentro de cada uno de nosotros; por consiguiente, nosotros nos damos cuenta de nuestra divinidad inherente, por medio de sus servicios y experimentamos una transfiguración de conciencia que nos hace sentirnos como habitantes de un mundo celestial. Debido a nuestra naturaleza de personalizar nuestras reacciones y sentimientos, decimos que amamos a esta gente: así es, pero lo que realmente queremos decir con esto, es que por la respuesta a su ignición de nuestra conciencia, percibimos más claramente que nunca ese amor que es Dios, la gloria trascendente, transformadora, la cual es nuestra armonización - al menos por un corto tiempo - de lo que realmente deben ser nuestras vidas. Mantener viva esa “magia” es parte del servicio que nos concierne como humanos, y por su regeneración de nuestra conciencia, irradiar la inspiración, el regocijo y el amor sanador a los relacionados y conocidos de nuestra esfera inmediata. Cada uno de nosotros a su manera y conforme a su desarrollo y aspiración, puede ser también un canal para los poderes mágicos del Bien.
Recordemos que (aunque semejantes a Dios) aún los altamente evolucionados de esta Fraternidad de Regeneradores, son humanos en este plano. Y es justamente posible que cualquiera de ellos pueda congestionarse en algún factor específico de su conciencia. No importa lo devotos y adoradores que seamos, debemos liberar aún a los más hondamente amados a ser ellos mismos como individuos, a cometer sus “faltas humanas” y ejercitar el derecho de esos errores. Cuando amamos hasta el punto de guardar una gratitud de todo corazón por los servicios inspiradores rendidos y liberar los dolores de la desilusión y el desengaño cuando nuestros “mayores” muestran pies de barro, nosotros elevamos y purificamos la cualidad de nuestra respuesta vibratoria y liberándolos de las congestiones personales, hacemos posible su libertad para regenerarse y curarse ellos mismos. La “liberación” que extendemos en verdadera devoción amorosa es la esencia de lo que ellos han tratado de enseñarnos; la evolución regeneradora es el proceso de liberación de congestiones y ya sea a través de la respuesta al arte, a la religión o la enseñanza filosófica, a los medios de curación, etc., experimentamos liberación en toda respuesta a los medios regeneradores. El regenerador que se congestiona en el falso orgullo, la codicia por el aplauso y la aclamación, la cristalización intelectual, menoscabando sus poderes radiantes al usarlos como sustituto de una frustración personal en vez de servicio amoroso, está reaccionando simplemente con algo en su ser que se refiere a su parte “aún humana”. El astrólogo, el sacerdote, el artista y el curador, pueden encontrarse con estos puntos en su experiencia; la tendencia a permitir que la decepción personal los saque de línea, la tentación a la congestión por el autoaislamiento y de congestionarse por la terquedad y el prejuicio, los retos del mundo material de las finanzas y los medios materiales, etc., son todos, para los miembros de esta fraternidad, puntos críticos en la experiencia; mucho depende de ellos - tanto ha de ser enfrentado para que la claridad de la canalización y el poder radiante puedan ser mantenidos -. El astrólogo debe buscar siempre las verdades de la vida tal como están representadas en su mapa; él no puede en verdad, percibir los valores completos del mapa de otro hasta tanto haya manifestado su deseo de ver lo suyo con desprendimiento y discernimiento. Esta es la primera de sus responsabilidades ocultas; de la cualidad de su determinación de cumplirla a su paso por la vida, dependerá la cualidad de su sabiduría de servicio amoroso para los otros.
En conclusión, un pensamiento fraternal para todos los regeneradores que han escogido el sendero de la guía astrológica: Que el loto de vuestra alma desenvuelva Sus perfecciones del blanco y del oro en las aguas apacibles de la simpatía ilimitada y verdadera; que la rosa roja del amor y el valor inspirativo florezca en la Cruz de sus identidades y la glorifique.

del libro " Estudios de Astrología VII ", de Elman Bacher

en you tube, aquí
https://www.youtube.com/watch?v=-7f-U690YmQ&feature=youtu.be


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